Tengo mil quinientos años o quizás más. Soy un alma vieja,
esto lo he descubierto hace poco y me gusta. Ser un alma vieja tiene sus
ventajas, tengo intuiciones certeras, noto la energía positiva y negativa
de personas, lugares y cosas a metros de
distancia. Pero bueno todo eso son cosas sin importancia, lo que importa es
seguir teniendo los mismos sueños que cuando tenía catorce años. Quiero cumplir
cuatrocientos años más para realizar algunas de esas inquietudes que tengo
adheridas en mi alma.
En mi infancia los niños de mi edad y posibles compañeros de
juegos, brillaron por su ausencia. En esos días de esparcimientos en solitario,
mi imaginación crecía cada día más y mis sueños de ser
escritora, pintora, escultora, diseñadora… se expandían cada vez más, pero
después de los años vividos, no he conseguido llevar a término ninguno. Yo
quería ser pintora, escritora… pero de éxito, porque pintar, pinto, escribir,
escribo, esculpir, alguna escultura he hecho y diseñar, lo que más, todo a
nivel personal y poco más. Entonces mi gran sueño ¿Cuál es? ¡Triunfar! Evidentemente
y para ello necesito vivir esos cuatrocientos años más, porque ahora ya casi lo
tengo todo encauzado.
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